lunes, 22 de septiembre de 2014

Zapatillas



La culpa fue de las zapatillas, que son horrorosas. Yo no sabía que eran tan feas hasta que la vi mirándolas. Con lo que me costó quedar con ella... y por unas zapatillas se diluyó la magia, el erotismo y la noche. Todo.
La verdad es que a nadie, sólo a mí, se le puede ocurrir comprar zapatillas de padre  (y si me apuras, de abuelo) y no esconderlas cuando viene a casa una chica.  Aceptó quedar conmigo después de pasarme dos años pensando en cómo invitarla a salir. Paseo, cena, copa, claro coqueteo, invitación a mi casa, aquí, a dos pasos... Me conmovió que aceptara. 
Y unas estúpidas zapatillas de paño, tipo padre, lo estropearon todo. Es verdad que son feísimas, pero me he dado cuenta ahora, hace un rato, al ver su mirada fija en el paño marrón surcado de arabescos en beis...  
No hubo modo de reconducir la noche. 
Le dije que andaría descalzo toda mi vida, pero ni así...

No hay comentarios:

Publicar un comentario