domingo, 31 de agosto de 2014

Bicicletas oxidadas


Le envió tantos mensajes que las palabras dejaron de tener sentido. Sus frases (tan pensadas, tan medidas y a veces tan poéticas) se le antojaban absurdos cascarones vacíos que navegaban sin encontrar su destino. 
El destino nunca respondió.
Ella sintió (lentamente, fatalmente) que todas las palabras se convertían en bicicletas oxidadas y que vagaba con ellas por una carretera cortada. 

Si supiese dibujar


Me gustaría haberte dibujado un mar tranquilo, un sol radiante 
y nuestras barrigas dorándose con sus rayos. 
Un abrazo de esos que contienen la felicidad de una vida. 
El mundo que cabe en media cama. 
La sonrisa que fluye incontenible arrasando días. 
Si supiese dibujar...

sábado, 23 de agosto de 2014

Engrisecer


El verbo engrisecer avanza como la sombra de "La historia interminable" y a todos nos alcanza de vez en cuando. La clave está (supongo) en no dejar que te envuelva por completo, o en fingir que sólo es neblina pasajera, o en poner la fantasía en otro lugar donde la sombra no llegue... 
¿Cómo de gris es la gente gris? 
No, yo no vivo en gris, pero no sé de qué color estoy, supongo que ando en plan arcoiris, según el momento. Y tú no puedes engrisecer porque eres tú, el mismo que hacía que el tiempo compartido fuera extraordinario, divertido y amable. 
¿Recuerdas aquellos versos?:
               "Puesto que tú me has conmovido,
             en este tiempo en que es tan difícil la ternura..."  
Cuando los recuerdo siempre pienso en ti: tú me has conmovido en tiempos de difícil ternura. 
La vida es una gran estafa dices... ¿Qué puedo añadir? hoy sólo ves grises por todos lados, pero un día tendrás rayos de luz que rasguen esos tonos aburridos y tristes. 
Procura verlos. Y luego, cuéntamelo. Te espero.

viernes, 22 de agosto de 2014

Trono de piedra en el lago


...digamos que dos amantes paseaban por la orilla de un lago y que faltaba poco para la puesta de sol, y digamos también que uno de ellos andaba descalzo de un pie, con un calcetín y un zapato en la mano. Andaban los dos (uno más rápido, claro, porque el otro se clavaba piedrecitas en el pie) y se reían mucho, como si vinieran de alguna actuación humorística, cosa rara por ese lugar. Buscaban un sitio cómodo y seco para ver la puesta de sol. 
Uno de ellos vio una enorme piedra con un hueco que le daba forma de asiento, bueno, en realidad, dijo que era un trono. Como era bastante amplio se sentaron los dos, y para invocar la marcha del sol sacaron un libro que llevaban en una mochila verde para liliputienses. Era un libro de poesía. Cernuda. Ella, que conocía bien ese libro, buscó una poesía que le pareció adecuada al asiento y al momento. Ellos eran los reyes de esa tarde en el lago, y desde el trono compartido contemplaban aquel paisaje tan bello. La poesía hablaba de la soledad del rey en su trono. Y con la seriedad que otorga un pie descalzo, él se la leyó, y el sol no dudó que lo mejor era marcharse. 
Y lo que después ocurrió solo esos dos amantes lo saben... 

jueves, 21 de agosto de 2014

humo de hachís


Navego en mi memoria sorteando escollos
para encontrarte
a ti, que fuiste el habitante asiduo
de todos mis espacios, de todos mis deseos
y de todos mis miedos
pero ahora sólo existes en mi recuerdo
como una forma nebulosa y lejana 
como el humo del hachís...

dejo naufragar de golpe mis últimas certezas.

miércoles, 20 de agosto de 2014

El peregrino del paraguas rojo


Lo vi por primera vez en el patio de un antiguo convento, ahora albergue de peregrinos. Estaba sentado en el suelo en postura de meditación y ni nos miró a quienes nos acercamos a ver el claustro. Al rato empezó a darse golpecitos en las piernas con un manojo de hierbas que olían a menta y limón. Pensé quedarme allí, por el aura de paz que desprendían tanto el lugar como ese peregrino ensimismado, pero eran las 11 de la mañana y llevaba sólo siete km ese día, demasiado pronto para parar, así que, pese al impulso, decidí seguir mi camino como tenía pensado...
Al día siguiente finalicé la etapa antes de lo previsto, por cansancio. Paré en una aldea con una antigua escuela reconvertida en albergue. Cuando llegué, allí estaba él, sentado en la puerta, con la mochila a su lado, mirando un horizonte de monte y bosque. No paró nadie más allí ese día. Pasamos la tarde haciendo yoga (yo siguiendo sus movimientos) y dando luego un pequeño paseo por los alrededores. Cuando oscureció comimos, compartiendo un bocadillo y tres plátanos. No hablamos apenas. Manejábamos distintos idiomas. Cuando nos acostamos lo hicimos en la misma cama estrechísima. Hicimos el amor y pasamos la noche abrazados. Era curioso: todas las literas libres y los dos juntos en la misma. 
Aún de noche, salí del nido de su cuerpo y preparé mi mochila; él me observaba callado. Nos despedimos en la puerta del albergue, en la oscuridad y el frío del monte. Mientras me abrazaba, me susurró unas palabras bellísimas cuyo significado no entendí. 
Tres días después paré a desayunar en un bar de la carretera. Llovía y yo estaba junto a la ventana. Entonces lo vi pasar, con su enorme mochila y cubierto por un paraguas rojo. No lo llamé. Dejé que se alejara mientras me tomaba otro café con leche. 
En Santiago lo busqué; paseaba por la ciudad esperando encontrármelo en cualquier sitio, esperando tropezar con el destello rojo de su extraño paraguas... 
Cuando iba en el autobús camino del aeropuerto lo vi sentado en la escalinata de una iglesia. Al pasar el bus por su lado levantó la vista y me vio tras el cristal de la ventanilla... Nunca olvidaré esa última mirada nuestra.

sábado, 16 de agosto de 2014

Monótonamente yo


Los días que habito amenazan derrumbe...
Decido naufragar de golpe para no ir a la deriva
por estas largas horas tormentosas.
Mis sueños caen sobre mí como lluvia ácida,
mis deseos son ya agujas de hielo 
mi esperanza es agua sucia derramada. 
Se desvanece una nueva oportunidad para vivir en paz
y sigo siendo monótonamente yo...

miércoles, 13 de agosto de 2014

Mi abuela


Mi abuela se sentaba ante la gran mesa de la cocina, de tapa de mármol, desde por la mañana. Allí pasaba la mayor parte del día. Le gustaba preparar las comidas favoritas de todos; le gustaba vernos entrar y salir de su reino de olores; le gustaba ver la cara que poníamos cuando hacía empanadillas y le gustaba que nos quedáramos un rato observando sus manejos con la masa y con el relleno y luego viéndola cortar la empanadilla con el rodillo de bordes dentados... 
Eso decía ella... Que le encantaba la cocina y tenernos cerca a mucha gente a quien dar de comer. Tenía siempre una expresión plácida en su rostro severo. Parecía sentirse bien así... 
Pero ¿le gustaba todo eso de verdad? ¿O había asumido que su vida era una cocina por donde pasaba "su" gente y que mejor llevar esa cruz con buena cara? Parecía sentirse feliz cuando llegábamos de vacaciones nietos y bisnietos y con nosotros la algarabía, el desorden y el cansancio permanente... 
¿Es posible que fuera feliz así? ojalá que sí, pero...
Para mí es difícil de entender. Me abruma tanto jaleo. Me enfado con la gente y sus modales. Me cabrea ser explotada sin consideraciones y no ser capaz de poner límites más estrictos. Me agobia no poder conectar conmigo misma y con mi vida durante el período vacacional...
Y odio la cocina y cuanto representa.

martes, 12 de agosto de 2014

Compré merengues


Separarnos siempre era tener que tragarnos una dosis muy amarga de realidad. 
Al más puro estilo Mary Poppins decidí endulzar esa píldora. Compré merengues, los puse en el asiento del copiloto y salí del pueblo por donde me indicaron que era la salida más rápida a la autovía. Se hizo de noche enseguida, llovía, y fui conjurando la soledad y la tristeza comiendo nubes de merengues blancos y rosas. Me fui poniendo blanca, rosa y pegajosa; luego se pusieron así el volante y la palanca del cambio de marchas… 
Luego me estrellé en aquella curva tan cerrada que siempre temía, ya sabes la que digo. 
Por eso, amor mío, no me esperes en la siguiente cita. 

lunes, 11 de agosto de 2014

No pudo ser


No pudo ser. La noche me golpeó con un desaire.
Luego el despertar artifial, mis pasos de zombi hasta la cafetera,
la ducha, vestirme,
meter mis cosas en la mochila,
dejar las llaves,
salir sin mirar...
(soy un Sísifo que se esfuerza por seguir
y seguir respirando)
Esquivar el pensamiento y la conciencia es el reto inmediato.
Esquivarme.

domingo, 10 de agosto de 2014

Finjamos


Vamos a fingir que todo es normal.
Sí, vamos a fingir eso...
Miremos al mar, sonriamos, y todo parecerá normal.
Pensaba que habría un límite para todo,
para lo surreal y disparatado también...
pero parece no existir ese tope y que cualquier cosa puede suceder
en este verano extraño
y en nuestra anormalísima normalidad.
Dejemos correr las cosas, finjamos...
Llegará luego el otoño, y el invierno
de frío y puertas cerradas
y allí repararé los daños,
pagaré las cuentas...
¿Cómo serán de soportables esas cuentas?



miércoles, 6 de agosto de 2014

Mi idioma favorito


Mi idioma favorito es el de los gestos cotidianos 
cargados de ternura como por descuido, 
fáciles, domésticos,
tan sencillos que creemos que nacen de la inercia, de la nada,
como parte invisible del paisaje de rutinas.
Un idioma que parece tan corriente...
Y cuando falta la vida enmudece.

martes, 5 de agosto de 2014

Ni tragedia ni apocalipsis


Unos mails deslavazados, meramente informativos: 
que operan a su madre, que va a un concierto de guitarra, que ya tiene cita para el dentista... y que lo mismo lo deja su nueva novia antes de que termine el verano, dice en broma. 
Contesto escueta. 
Herida de tan olvidada. 
Es mejor que nos separáramos antes de que se nos muriera el amor de hastío y, aún así, jode.