martes, 14 de octubre de 2014

Luz fría, viento cálido


Era un día soleado de luz fría tras una noche de lluvia. 
Recordó de pronto entre tiritones el viaje a Berlín, hace muchos años, con aquel chico medio raro... y tan triste. 
No sabe por qué soltaron (los dos, pese a tanto amor) los sutiles hilos de tela de araña que los unía. El aura desapareció como diluida en la lluvia helada del norte. 
Y luego vino el olvido y la vida seguía...
Envuelta en una manta busca un refugio para la memoria. Encuentra cartas perdidas, un lamento (antiguo) de él sobre la gran nostalgia que sufre, una dirección de correo electrónico que de golpe brilla como un faro... 
Escribe: 
Mi amigo querido, no te dejes golpear por la nostalgia. Cuando mires y nos veas juntos a la orilla del agua, esperando que se apague el sol ese día, siente la alegría de haberlo vivido así, con las manos unidas y los corazones felices. Yo me siento tan bien de haber estado ahí contigo, que me sale la risa de puro agradecimiento. 
La manda.
Espera frente a la pantalla. Entra un mail. Abre. 
Ven. 
Eso es todo. Como si el tiempo hubiera girado con el viento cálido de levante, como si el amor siguiera intacto... 
Ven. 
Y ella suelta la manta, coge el mapa de siempre, las llaves del coche...

jueves, 9 de octubre de 2014

Notas al aire


Coge notas al aire
participa con unas pocas puntadas de guitarra
en un complejo tejido de melodías...

Despierta el eco olvidado de una felicidad elemental.

Lo he aparcado en mi pensamiento y ahí la grúa tiene poco que hacer.

domingo, 5 de octubre de 2014

Regresar a mayo


Si yo no anduviera siempre confusa y trastabillando
entre mis fantasmas y mis contradicciones
quizás supiera algo...
y pese a no saber quise volver a mayo
como en una reacción de salvamento
donde habitar al fin.

¿Dónde caerá mayo a estas alturas?

(duele el amor desperdiciado, duele
decirle adios a un sueño)

lunes, 29 de septiembre de 2014

Reglas de juego


Mírame. 
Mírame y dime que tiene sentido 
aunque yo nunca entienda el sentido
(el sinsentido eterno)
de las reglas del juego.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Foto con frío


Debí borrar esa foto horrorosa en la que el frío no es justificación...menos mal que a veces olvido que esa soy yo. 
(No sé por qué queremos congelar determinados momentos, 
si "fijarlos" en una estampa no garantiza la permanencia en ese tiempo mágico.)
Ahora elimino las fotos en las que sonreíamos aislados del mundo, tan nosotros que el resto era sólo decorados, paisajes, figurantes...
Pero no... Dejaré ésta, justo ésta en la que se me ve pasando frío, y mi gesto es el de una persona que sabe que va a recibir un golpe una fracción de segundo antes de recibir ese golpe... 
Premonitoria foto.

jueves, 25 de septiembre de 2014

El horizonte y yo


Las mareas siguen como si nada pasara
las gaviotas procrean, comen, vuelan
altas, bajan a ras de agua
la espuma de las olas carga las esperanzas
las deja sobre la arena desparramadas
sin aspavientos, sin tempestades

El horizonte infinito allí
y yo siempre tan aquí...
tan aquí yo y mis manos frías.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Zapatillas



La culpa fue de las zapatillas, que son horrorosas. Yo no sabía que eran tan feas hasta que la vi mirándolas. Con lo que me costó quedar con ella... y por unas zapatillas se diluyó la magia, el erotismo y la noche. Todo.
La verdad es que a nadie, sólo a mí, se le puede ocurrir comprar zapatillas de padre  (y si me apuras, de abuelo) y no esconderlas cuando viene a casa una chica.  Aceptó quedar conmigo después de pasarme dos años pensando en cómo invitarla a salir. Paseo, cena, copa, claro coqueteo, invitación a mi casa, aquí, a dos pasos... Me conmovió que aceptara. 
Y unas estúpidas zapatillas de paño, tipo padre, lo estropearon todo. Es verdad que son feísimas, pero me he dado cuenta ahora, hace un rato, al ver su mirada fija en el paño marrón surcado de arabescos en beis...  
No hubo modo de reconducir la noche. 
Le dije que andaría descalzo toda mi vida, pero ni así...

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Notas para un naufragio


No he recibido ninguna llamada. 
Leo y espero el fin definitivo del verano 
escucho el rumor de olas cansadas que cortejan las piedras 
de la playa
y de hojas que se sueltan de las ramas
y bailan un instante hasta caer al suelo
derrotadas
sueño con peces atrapados en redes pegajosas
tejidas por arañas
observo el silencio de los susurros que no llegan
escribo notas para el próximo naufragio...

sábado, 13 de septiembre de 2014

Menta y melancolía con miel


creció un brote de melancolía en el arriate de la menta, junto al jazmín de olor
nadie se dio cuenta y se usó en infusiones de hierbabuena y miel
su amargura suave se introdujo en las venas de aquella casa 
y pasó al corazón de sus habitantes...
algunos días su efecto se nota más.


domingo, 7 de septiembre de 2014

Hacía tiempo


Hacía tiempo que no te escribía, 
que no escuchaba a the doors,
que no tomaba té rojo
ni lloraba mirando la guitarra muda
al fondo del viejo armario...
(A veces una emoción traspasa
el filtro gris de los días.
A veces pasa.
Sin motivos, sin excusas)

domingo, 31 de agosto de 2014

Bicicletas oxidadas


Le envió tantos mensajes que las palabras dejaron de tener sentido. Sus frases (tan pensadas, tan medidas y a veces tan poéticas) se le antojaban absurdos cascarones vacíos que navegaban sin encontrar su destino. 
El destino nunca respondió.
Ella sintió (lentamente, fatalmente) que todas las palabras se convertían en bicicletas oxidadas y que vagaba con ellas por una carretera cortada. 

Si supiese dibujar


Me gustaría haberte dibujado un mar tranquilo, un sol radiante 
y nuestras barrigas dorándose con sus rayos. 
Un abrazo de esos que contienen la felicidad de una vida. 
El mundo que cabe en media cama. 
La sonrisa que fluye incontenible arrasando días. 
Si supiese dibujar...

sábado, 23 de agosto de 2014

Engrisecer


El verbo engrisecer avanza como la sombra de "La historia interminable" y a todos nos alcanza de vez en cuando. La clave está (supongo) en no dejar que te envuelva por completo, o en fingir que sólo es neblina pasajera, o en poner la fantasía en otro lugar donde la sombra no llegue... 
¿Cómo de gris es la gente gris? 
No, yo no vivo en gris, pero no sé de qué color estoy, supongo que ando en plan arcoiris, según el momento. Y tú no puedes engrisecer porque eres tú, el mismo que hacía que el tiempo compartido fuera extraordinario, divertido y amable. 
¿Recuerdas aquellos versos?:
               "Puesto que tú me has conmovido,
             en este tiempo en que es tan difícil la ternura..."  
Cuando los recuerdo siempre pienso en ti: tú me has conmovido en tiempos de difícil ternura. 
La vida es una gran estafa dices... ¿Qué puedo añadir? hoy sólo ves grises por todos lados, pero un día tendrás rayos de luz que rasguen esos tonos aburridos y tristes. 
Procura verlos. Y luego, cuéntamelo. Te espero.

viernes, 22 de agosto de 2014

Trono de piedra en el lago


...digamos que dos amantes paseaban por la orilla de un lago y que faltaba poco para la puesta de sol, y digamos también que uno de ellos andaba descalzo de un pie, con un calcetín y un zapato en la mano. Andaban los dos (uno más rápido, claro, porque el otro se clavaba piedrecitas en el pie) y se reían mucho, como si vinieran de alguna actuación humorística, cosa rara por ese lugar. Buscaban un sitio cómodo y seco para ver la puesta de sol. 
Uno de ellos vio una enorme piedra con un hueco que le daba forma de asiento, bueno, en realidad, dijo que era un trono. Como era bastante amplio se sentaron los dos, y para invocar la marcha del sol sacaron un libro que llevaban en una mochila verde para liliputienses. Era un libro de poesía. Cernuda. Ella, que conocía bien ese libro, buscó una poesía que le pareció adecuada al asiento y al momento. Ellos eran los reyes de esa tarde en el lago, y desde el trono compartido contemplaban aquel paisaje tan bello. La poesía hablaba de la soledad del rey en su trono. Y con la seriedad que otorga un pie descalzo, él se la leyó, y el sol no dudó que lo mejor era marcharse. 
Y lo que después ocurrió solo esos dos amantes lo saben... 

jueves, 21 de agosto de 2014

humo de hachís


Navego en mi memoria sorteando escollos
para encontrarte
a ti, que fuiste el habitante asiduo
de todos mis espacios, de todos mis deseos
y de todos mis miedos
pero ahora sólo existes en mi recuerdo
como una forma nebulosa y lejana 
como el humo del hachís...

dejo naufragar de golpe mis últimas certezas.

miércoles, 20 de agosto de 2014

El peregrino del paraguas rojo


Lo vi por primera vez en el patio de un antiguo convento, ahora albergue de peregrinos. Estaba sentado en el suelo en postura de meditación y ni nos miró a quienes nos acercamos a ver el claustro. Al rato empezó a darse golpecitos en las piernas con un manojo de hierbas que olían a menta y limón. Pensé quedarme allí, por el aura de paz que desprendían tanto el lugar como ese peregrino ensimismado, pero eran las 11 de la mañana y llevaba sólo siete km ese día, demasiado pronto para parar, así que, pese al impulso, decidí seguir mi camino como tenía pensado...
Al día siguiente finalicé la etapa antes de lo previsto, por cansancio. Paré en una aldea con una antigua escuela reconvertida en albergue. Cuando llegué, allí estaba él, sentado en la puerta, con la mochila a su lado, mirando un horizonte de monte y bosque. No paró nadie más allí ese día. Pasamos la tarde haciendo yoga (yo siguiendo sus movimientos) y dando luego un pequeño paseo por los alrededores. Cuando oscureció comimos, compartiendo un bocadillo y tres plátanos. No hablamos apenas. Manejábamos distintos idiomas. Cuando nos acostamos lo hicimos en la misma cama estrechísima. Hicimos el amor y pasamos la noche abrazados. Era curioso: todas las literas libres y los dos juntos en la misma. 
Aún de noche, salí del nido de su cuerpo y preparé mi mochila; él me observaba callado. Nos despedimos en la puerta del albergue, en la oscuridad y el frío del monte. Mientras me abrazaba, me susurró unas palabras bellísimas cuyo significado no entendí. 
Tres días después paré a desayunar en un bar de la carretera. Llovía y yo estaba junto a la ventana. Entonces lo vi pasar, con su enorme mochila y cubierto por un paraguas rojo. No lo llamé. Dejé que se alejara mientras me tomaba otro café con leche. 
En Santiago lo busqué; paseaba por la ciudad esperando encontrármelo en cualquier sitio, esperando tropezar con el destello rojo de su extraño paraguas... 
Cuando iba en el autobús camino del aeropuerto lo vi sentado en la escalinata de una iglesia. Al pasar el bus por su lado levantó la vista y me vio tras el cristal de la ventanilla... Nunca olvidaré esa última mirada nuestra.

sábado, 16 de agosto de 2014

Monótonamente yo


Los días que habito amenazan derrumbe...
Decido naufragar de golpe para no ir a la deriva
por estas largas horas tormentosas.
Mis sueños caen sobre mí como lluvia ácida,
mis deseos son ya agujas de hielo 
mi esperanza es agua sucia derramada. 
Se desvanece una nueva oportunidad para vivir en paz
y sigo siendo monótonamente yo...

miércoles, 13 de agosto de 2014

Mi abuela


Mi abuela se sentaba ante la gran mesa de la cocina, de tapa de mármol, desde por la mañana. Allí pasaba la mayor parte del día. Le gustaba preparar las comidas favoritas de todos; le gustaba vernos entrar y salir de su reino de olores; le gustaba ver la cara que poníamos cuando hacía empanadillas y le gustaba que nos quedáramos un rato observando sus manejos con la masa y con el relleno y luego viéndola cortar la empanadilla con el rodillo de bordes dentados... 
Eso decía ella... Que le encantaba la cocina y tenernos cerca a mucha gente a quien dar de comer. Tenía siempre una expresión plácida en su rostro severo. Parecía sentirse bien así... 
Pero ¿le gustaba todo eso de verdad? ¿O había asumido que su vida era una cocina por donde pasaba "su" gente y que mejor llevar esa cruz con buena cara? Parecía sentirse feliz cuando llegábamos de vacaciones nietos y bisnietos y con nosotros la algarabía, el desorden y el cansancio permanente... 
¿Es posible que fuera feliz así? ojalá que sí, pero...
Para mí es difícil de entender. Me abruma tanto jaleo. Me enfado con la gente y sus modales. Me cabrea ser explotada sin consideraciones y no ser capaz de poner límites más estrictos. Me agobia no poder conectar conmigo misma y con mi vida durante el período vacacional...
Y odio la cocina y cuanto representa.

martes, 12 de agosto de 2014

Compré merengues


Separarnos siempre era tener que tragarnos una dosis muy amarga de realidad. 
Al más puro estilo Mary Poppins decidí endulzar esa píldora. Compré merengues, los puse en el asiento del copiloto y salí del pueblo por donde me indicaron que era la salida más rápida a la autovía. Se hizo de noche enseguida, llovía, y fui conjurando la soledad y la tristeza comiendo nubes de merengues blancos y rosas. Me fui poniendo blanca, rosa y pegajosa; luego se pusieron así el volante y la palanca del cambio de marchas… 
Luego me estrellé en aquella curva tan cerrada que siempre temía, ya sabes la que digo. 
Por eso, amor mío, no me esperes en la siguiente cita. 

lunes, 11 de agosto de 2014

No pudo ser


No pudo ser. La noche me golpeó con un desaire.
Luego el despertar artifial, mis pasos de zombi hasta la cafetera,
la ducha, vestirme,
meter mis cosas en la mochila,
dejar las llaves,
salir sin mirar...
(soy un Sísifo que se esfuerza por seguir
y seguir respirando)
Esquivar el pensamiento y la conciencia es el reto inmediato.
Esquivarme.

domingo, 10 de agosto de 2014

Finjamos


Vamos a fingir que todo es normal.
Sí, vamos a fingir eso...
Miremos al mar, sonriamos, y todo parecerá normal.
Pensaba que habría un límite para todo,
para lo surreal y disparatado también...
pero parece no existir ese tope y que cualquier cosa puede suceder
en este verano extraño
y en nuestra anormalísima normalidad.
Dejemos correr las cosas, finjamos...
Llegará luego el otoño, y el invierno
de frío y puertas cerradas
y allí repararé los daños,
pagaré las cuentas...
¿Cómo serán de soportables esas cuentas?



miércoles, 6 de agosto de 2014

Mi idioma favorito


Mi idioma favorito es el de los gestos cotidianos 
cargados de ternura como por descuido, 
fáciles, domésticos,
tan sencillos que creemos que nacen de la inercia, de la nada,
como parte invisible del paisaje de rutinas.
Un idioma que parece tan corriente...
Y cuando falta la vida enmudece.

martes, 5 de agosto de 2014

Ni tragedia ni apocalipsis


Unos mails deslavazados, meramente informativos: 
que operan a su madre, que va a un concierto de guitarra, que ya tiene cita para el dentista... y que lo mismo lo deja su nueva novia antes de que termine el verano, dice en broma. 
Contesto escueta. 
Herida de tan olvidada. 
Es mejor que nos separáramos antes de que se nos muriera el amor de hastío y, aún así, jode. 

jueves, 31 de julio de 2014

Ejercicio de enajenación


Un sentimiento de cansancio parece invadirlo todo,
pone polvo de fracaso en los rincones más recónditos 
del alma.
Es difícil escapar a la inercia absurda de lo cotidiano... 
Te miras al espejo y eres de repente un desconocido,
un extraño desalentado a quien intentas observar
y a veces intentas querer...
Pero el desconocido no espera nada de ti, 
sólo que lo dejes en paz...
y que una amnesia caiga sobre la realidad
como manto de arena compasiva.

viernes, 25 de julio de 2014

Crónica inexistente de Terradillos de los Templarios


Cuando el autobús me soltó en medio del páramo, de forma simultánea me golpearon el viento y el vacío. Alrededor de mí y de mi mochila (que el conductor echó al suelo, al tiempo que cerraba de golpe el portalón del maletero) unas calles desiertas, con casas oscuras de puertas cerradas. 
Eché a andar por una cuesta abajo, sin más criterio que no tener que subir, y llegué a un albergue: lleno total, imposible quedarse, ni siquiera en una colchoneta en el suelo. Me indicaron otro en las afueras, cerca de donde me dejó el autobús (subiendo la cuesta, naturalmente). Una chica italiana, único ser vivo en la calle, me dijo que en ese albergue tampoco había sitio porque el viento frío había hecho que se quedasen en el pueblo más peregrinos de lo habitual, tratando de evitar los embates de esa tarde inhóspita. Fuí a la iglesia, por si estuviera abierta o hubiera algún atrio donde pasar la noche, pero (igual que las casas) estaba cerrada a cal y canto. 
Eran las 18,10 h. y las rachas de viento soplaban cada vez más fuertes. Miré unas hojas impresas de la Guía del Camino -cortesía de Eroski- y vi que el próximo albergue estaba a unos cuatro km. hacia el oeste. Cargué la mochila y eché a andar pegada a las casas de paredes de adobe. Entre el marrón del barro asomaban hilos de paja dorada que brillaban con la luz del atardecer: era un efecto muy bonito, quizá la única nota de color alegre aquella tarde. 
No vi abrirse ni siquiera una ventana mientras salía por la misma calle por la que entré.
Me sentí como una de esas visitas inoportunas que llegan con pasteles a una casa ajena un domingo por la tarde. 
Volveré cualquier día por allí. Me gustaron esas paredes adustas bordadas con pajitas doradas.

Ahora, en esta tarde sedentaria y sometida al tiempo que marcan los relojes, echo en falta la sorpresa permanente, llegar a lugares extraños a cualquier hora, depender de mis piernas, de mi mochila, de la amabilidad de los desconocidos...


miércoles, 23 de julio de 2014

Palabras que arropan


No. Yo no necesito que me cubran con cálidas palabras
ligeras como edredones.
Ni cuidadosos susurros de flor de invernadero.
Necesito palabras sinceras y claras, aunque su tacto en la piel sea más áspero
palabras que salgan del corazón y caminen sin miedo  
que tiendan puentes entre nuestros mundos de cartón
que nos ayuden a entender (nos)

martes, 22 de julio de 2014

El miedo y yo


Esta tarde me propuse visualizar el miedo. 
Lo encontré fácilmente en una de sus formas habituales.
Me miró... Lo miré... 
Lo miré y me di cuenta de que es algo demasiado ridículo como para temerle. 
Me acerqué a él. Le planté cara. Le dije que no le temía.
El miedo bajo la mirada, hizo como que buscaba algo en el suelo y se escondió tras la buganvilla blanca. 
No se dio cuenta de que yo estaba aterrada y que no puedo asustar a nadie.

lunes, 21 de julio de 2014

Mi amigo me contó


Mi amigo me contó un sueño extrañísimo que había tenido la noche anterior. 

En su sueño había muertos que habitaban un planeta morado, hermanos siameses que se odiaban, mujeres hermosas y desdichadas, hombres seductores que enseñaban sus cicatrices, pistoleros que atravesaban en el aire un dólar de plata, pozos envenenados, cabras flacas en un oasis, cartas misteriosas que nadie leía, pájaros azules, desertores, sonatas de Mozart, tormentas de arena, seres despiadados que lloraban por amor antes de arrojarse por un terraplén inmenso...

Nadie cuenta las cosas con más entusiasmo que él ni con más habilidad narrativa. 
Yo me cambiaría por él sin dudarlo. 
Porque yo soy un ser vacío, un tipo oscuro y huraño, sin imaginación ni ideas ni sueños que contar. 
Cuando colgué el teléfono, la habitación se quedó tan muda y tan oscura como yo mismo.
Vamonos, le dije a mi perro con un gruñido. 
Al pasar por delante del espejo del pasillo vi reflejado a Akio con las orejas tiesas, moviendo el rabo contento y sujeto a su correa roja. 
No había nada más en el espejo. Yo no estaba al final de la correa. Hasta ese punto he desaparecido.

domingo, 20 de julio de 2014

Intento


No fue posible que combinaras con mi vida:
no combinas con mi pelo recogido
con mis vaqueros gastados
con mis sandalias de cuero
con mi vida a la deriva y
con mis ganas de saltar por la borda a cada paso
con el lado kamikaze de mi alma
con las rarezas de alegría que me hacían reir a deshoras
con mis faros amigos para llegar a puerto...

Yo no combinaba con la tuya.

Me voy. 
Me llevo mis fantasmas en la mochila.
Nunca conocí a los tuyos... 

sábado, 19 de julio de 2014

Entre la palabra y el silencio


Lo peor es querer gritar y no poder por imperativo educacional 
(y tantas veces hay que gritar aunque sea para adentro)
Pero también es lo peor sustituir un buen enfado por una sonrisa cortés fría como un témpano y punzante.
Y lo peor es sentir un indignado cabreo y cambiarlo (en modo automático) por una pena sosa.
Y renunciar a mi tiempo de libertad por sentirme útil (ese gran lastre mío, la utilidad).
Y que entre las palabras y los silencios se adense el vacío entre nosotros.
Y que esta madrugada de sábado venga ya con vocación de pérdida (otra) y que haga calor y que los mosquitos patrullen concienzudamente cada centímetro de mi piel solitaria...
Lo peor es mirar atrás y encontrase el vacío.

viernes, 18 de julio de 2014

Mensaje


Siempre estoy contigo, y ese recuerdo cansa...
Quiero irme de viaje a algún sitio 
por esa manía mía de creer que si cambio de lugar 
salto a otra estrella. 
No me alejo de tí más de lo necesario para...
¿para qué? 
Para verme, quizá. 
Para encontrarme en un presente lejano 
de un tiempo feliz y compartido.
Espero tus señales.
Borro mis huellas.

jueves, 17 de julio de 2014

Tenemos besos pendientes


Tengo palabras atragantadas en la garganta: 
amenazan con ahogarme si no las escupo pronto.
Tengo algunas canciones por hacer, pero tropiezo 
en la noche que no llega 
y los acordes se me atascan en los dedos y se pierden
como un tonto domingo por la tarde. 

Hoy no tengo un sueño lleno de sol,
ni el café está caliente, ni el cigarrillo arde...
Ni arde el corazón.
(Sí. Tú y yo tenemos besos pendientes)

martes, 15 de julio de 2014

Variaciones sobre el mismo tema: yo



¿Por dónde caerá mayo a estas alturas?

Recuerdo aquellas citas que tensaban el estómago
y el vacío presentido
y el dolor que se adelantaba
como quien contrae el gesto antes de recibir el golpe...

Navegué demasiado en la inconsciencia
y naufragué (era inevitable).

Soy una estación de espera 
de muy pocas esperanzas.

lunes, 14 de julio de 2014

Desvaríos y caricias con el viento de levante


Pasó por mi cabello un roce leve.
Eran sus dedos, lo sé.

No insistas, Razón, con tus razones locas:
que es un engaño del viento del este
que él está al otro lado del mundo
que ya ni siquiera me ama...

No insistas, Razón, en tus desvíos.
Eran sus dedos, lo sé,
yo los conozco.

Traspasó el tiempo, los mares y todas las fronteras
para esta breve caricia solamente...
y desapareció.
De nuevo.

sábado, 12 de julio de 2014

Vértigo al borde del abatimiento


Hoy entra un sábado. 
Daría igual que fuera un lunes
es solo un nuevo día loco.
Hace tiempo que estoy desafinada y me muevo 
a pequeños impulsos.
O me muero a pequeños impulsos.
A veces vislumbro otra vida
una vida libre de mi trama de rutinas
de mis anzuelos habituales (tan punzantes)
y de mi absurda vorágine cotidiana...

Se desencadena en mí un vértigo insoportable
al situarme al borde del abatimiento
y mirar desde allí y ver los filos 
agudos del desencanto...

Un aire de desesperanza me toca el corazón...

Quiero entonces guardar y ordenar 
lo que no tiene orden posible ni baul que lo contenga:
algunos trazos y guiños que me dejó el Amor antes de irse.

miércoles, 9 de julio de 2014

Reflexión nocturna


En medio del desequilibrio del mundo
de los grandes discursos vacíos
y de todas las derrotas...
En medio de mi propia confusión 
aún puedo observar la belleza del espíritu
de determinadas personas,
una belleza que adopta distintas formas,
que no es absoluta y sin embargo
me reconforta y me siento feliz.
Es desconcertante que yo,
inquilino habitual de espacios solitarios,
reconozca, añore y aprecie tanto 
la sensación que me produce esa belleza.
Es la belleza de la bondad individual
que carece de explicación
de razones y de palabras.
Que sólo es.


martes, 8 de julio de 2014

Malas costumbres


Arrastro la mala costumbre de andar con bastantes malas costumbres. 
Por ejemplo, la costumbre de sentir dolor, un dolor paralizante, ante determinadas cosas.
La costumbre de no saber defenderme.
La costumbre de darle vueltas y vueltas a hechos que no tienen remedio, como un burro en una noria, para terminar (mareada y aturdida) viendo que, como siempre, la cosa sobre la que yo giraba ciegamente sigue en su sitio, ajena a mí y a mis vueltas insensatas...  
Me digo por enésima vez y con la encendida convicción de siempre que hay cosas que son como son y que mejor sería asumirlo rapidito y mantener a raya la pena...
Ahora vuelvo a la cama, donde el aire salado de mi pecho se hace más amable y más fácil. 
Abro las compuertas.
Enciendo mi imaginación.
Y vuelo. 

domingo, 29 de junio de 2014

Sombra


Una sombra se acerca a mi cama
estoy presa en una gran tela de araña hecha de trozos de tanza
en tonos variados: culpas, soledades, desquicies...
sé que no podré romper el entramado duro... y espero
la sombra es tenaz y perseverante, me dejo invadir por ella 
es mi propia sombra solitaria y perdida...
Me ha encontrado. 


jueves, 26 de junio de 2014

Intercittà


Estudiaba en Florencia con una beca. Los fines de semana hacía excursiones por la Toscana y sus ciudades. Un sábado, sin embargo, me fui a Roma con una pequeña mochila verde (ropa interior para un día, cepillo de dientes, dos libros...) porque venían unos amigos a pasar allí unos días a casa de otros. 
Cogí muy temprano un tren que enlaza dos de las ciudades más bellas del mundo: Florencia y Roma.
Había quedado con mis amigos a las once en la estación del Trastévere; yo llegué un rato antes y esperé. Esperé varias horas. Esperé. Hasta que supuse que había algún problema y llamé al número que tenía de los amigos romanos de mis amigos. Me dijeron que no habían podido salir de Madrid por problemas burocráticos y que yo podía quedarme en su casa si quería. Agradecí la oferta, pero decliné y decidí hacer sola la visita romana. Alquilé una habitación en la primera pensión que vi en el Tratévere: me gustan siempre más los barrios del "otro lado" de los ríos (Triana, Oltrarno, Trastévere, Malastrana...)

Pasar sola la tarde del sábado recorriendo Roma, sin orden y sin mapas, es vivir en la pura sorpresa de la belleza y de la historia. Comprar un etto de pizza y al volverme darme cuenta de que estoy frente al Colosseo; salir de una calleja para encontrar el Panteón (se me cayó el cucurucho de helado al suelo, casi caigo yo de rodillas ante la visión); parar en Piazza di Palazzo Chigi para hablar de política con tres perfectos desconocidos napolitanos; cenar un cannolo comprado en un puesto callejero, sentada en la escalinata de Trinitá dei Monti... Bromear con un carabiniere que me invitó a café ... 
Pasar la mañana del domingo moviéndome de forma errática y admirada por iglesias, palacios, plazas y calles; observar a la gente que camina como yo, conmoverme ante las columnas y templos caidos... Y salir corriendo para coger otro tren de vuelta a Florencia.
Hablar durante dos horas con un señor de Ferrara de la vida y de los problemas cotidianos que tenemos todos, mientras el tren iba despacio hacia el norte...

Bajé en la estación de Santa María Novella y volví a casa sintiendo el placer inmenso de mi visita en solitario.

sábado, 21 de junio de 2014

El viejo pescador




Hoy se ha muerto el viejo pescador.
Compañero de redes y de olas
fiel seguidor de rutas de salitre.
Tremendísimo ateo gran devoto
de la Virgen del Carmen, su patrona,
con quien surca las aguas esta tarde
como en días de fiesta.

Hoy las grutas azules guardan luto
se decreta silencio para las caracolas
el sol viste de nubes al pasar por la playa.

Se aleja solitario a bordo de su muerte
mar afuera.
No esperéis en el puerto, ya no vuelve
el viejo compañero.

martes, 17 de junio de 2014

Para J, porque sí


Querido J, desde los confines del tiempo aparezco en tu buzón sólo para decirte buenos días y que sigo por aquí. 
Seguir por aquí es tan interpretable como seguir por allí: en las coordenadas evanescentes del espacio virtual esos adverbios carecen de sentido indicador. En mi caso, estar por aquí es un indicador de cariño y de recuerdo.

No sé por donde empezar la carta después de tanto tiempo sin saber nada mutuamente: quizá estás en India, como tenías en mente; quizá te salió algo mejor en las cercanías de tu casa; quizá tu vida encontró otros derroteros...

Yo no puedo decir, como el verso de Gª Montero, "por la presente sabrás que mi vida empeoró...", sino que, afortunadamente, sigue igual (un igual pálido y plano, un igual a veces enervante...). 
Los días van y vienen y parecen siempre el mismo con otro nombre: una vez lunes, otra sábado (como el de hoy) pero son tan parecidos que apenas sé saludarlos por su nombre, con el mínimo de cortesía debido. 

Me gustaría contarte cosas de mi cotidianidad, cosas tontas como el florecimiento de las jacarandas, o el regreso de las palomas al barrio... Pero tal vez no te interesa esto y te lo cuento sólo porque es algo que destaca en el páramo liso del tiempo que me envuelve. La vida me deja en segundo plano. 
Quizá ya el protagonismo de las escenas nunca será mío, acabo de darme cuenta ahora mismo.

(¿Dónde andarás? ¿Y cómo? ¿Con quién? Esperaré noticias, aunque siempre me decepciona el tono lejano que empleas, como si estuvieras en Júpiter o por allí cerca. ¡Qué maravilloso regalo tuve con tu presencia en mi vida!) 

Tengo frío.

sábado, 14 de junio de 2014

Aire de gaviotas




"Renuncio a mi cuna de esparto y de salitre..."
J. A. Egea.

Soy de una estirpe de esparto y de salitre.
Materia erosionada del desierto 
y azules multiformes. Eso soy.

Crecí con la dureza del viento y de las piedras
en playas silenciosas.

¿Qué hago en esta ciudad?
no puedo conjugarla con mis manos de arena,
mis pies buscan las olas en el suelo de asfalto
y creo que los semáforos señalan 
la bocana de un puerto que no llega.

Creedme. Yo no sé respirar
un aire sin gaviotas.

jueves, 12 de junio de 2014

Última noche


La última noche (el último viaje)
dejó un hueco en mi pecho 
y una tormenta arrítmica.

Sueño a veces que alguien me quiere... 
Siempre despierto. 
Siempre.

martes, 10 de junio de 2014

Te quiero


Te quiero.
Esto es así. Lo es desde hace mucho tiempo, pero lo es de distinta manera cada vez. 

Unas veces es un sentimiento diáfano, dulce y alegre como una melodía de Mozart. Te siento tan cercano como el amigo necesario que eres y el mundo se convierte en el más habitable posible... 

Otras veces se abre un abismo bajo mis pies y es inútil querer saltarlo, a cada intento se agranda como por una maldición. Entonces la incomunicación se hace fuerte y pone zancadillas a las palabras, hasta que se nos caen de los dedos. 

No sé dónde queda mayo a estas alturas...
Pero te quiero.

sábado, 7 de junio de 2014

Ventanas de mi casa



Por la ventana de la cocina veo Marrakech:
la Giralda es la Kutubia coronada de campanas.

Desde el balcón de la sala veo Buenos Aires
o Nueva york, según el día:
el puente del Alamillo y la torre Pelli
(fantasmal, inacabada)
ponen el toque moderno
de gran urbe americana.

Por la ventana del dormitorio, mi favorita,
veo nubes navegando como barcos de humo
estelas de aviones que se cruzan
las luces delirantes de la tarde
el paso silencioso de la luna...

Mi piso periférico y proletario
(de clara vocacación cosmopolita)
se convierte ciertas noches 
en una nave espacial.

viernes, 6 de junio de 2014

Vaguedades


Llevo toda la mañana en casa esperando que me traigan un frigorífico que nunca llega. Es como si esperara a Godot pero en prosaico. Nunca llega y yo siento mis alas cortadas sin poder moverme. 

Veo de nuevo sus vídeos, escucho su música, leo sus comentarios... Me detengo en el de la chica que ama y que duerme tan cerca que escucha su respiración. Siento una incomprensible punzada de celos. 
Abro al azar libros que tengo cerca, encuentro el diario de Alejandra Pizarnik (Diarios) y leo cosas desgarradas de esta mujer que no soportó la vida, cosas como "la culpa está en la lila que no florece" o "...has llegado, has venido, te has apoderado de mis sueños más remotos..." 
Lo dejo en el estante, con cuidado. 

Se cae un cuadro africano que me gusta y se parte un listón del marco; lo pongo a la espera de arreglo bajo la escalera que no va a ninguna parte, con otros cuadros rotos o que no me gustan, pero que no sé deshacerme de ellos.

Y así pasan los días, sin saber deshacerme de tantas cosas...

martes, 27 de mayo de 2014

Error de facturación

(Imagen de Matteo Arfanotti)

Me levanté con energía suficiente como para llamar a una de esas compañías que sólo atienden a través de un teléfono 902. Tenía un problema con facturaciones desmesuradas y finalmente, hoy, tras varias horas de sueño y tres tazones de café, me armé de valor y marqué ese temible 902 mientras respiraba profundamente, como me recomienda mi maestro de yoga.
Salió la voz grabada que indica que si quieres consultar sobre averías marques el 1, si es sobre suministro el 2, si sobre funcionamiento de algo el 3, si quieres quejarte el 4, etc... y así hasta que si es sobre facturación el 7… ¡Bien! Pulsé el número 7 como si me lo fueran a quitar del teclado, con una emoción que me hacía saltar los pulsos, como dice la copla que pasa en los enamoramientos. Mi excitación incipiente frenó en seco cuando otra voz, o la misma (una voz grabada, en todo caso) inició otra letanía de opciones, esta vez en relación con las facturas: jamás hubiera pensado que se pudieran dar tantas eventualidades por facturar el consumo de algo. Resignada, volví a inflar mis pulmones pensando que todo pasaría en unos segundos, y escuché: si no llegan las facturas pulse el 1, si llegan tarde el 2, si demasiado pronto el 3, si poco detalladas el 4, si muy caras el 5, si me sorprenden por baratas el 6, si no las entiendo el 7, si quiero otra cosa que espere, que se pondrá al habla un teleoperador en breves momentos para ayudarme. 
Suspiré de alivio mientras sostenía el auricular bien pegado a mi oreja.
Al rato surgió una voz normal en directo, la voz de un hombre:

—“Buenos días, le atiende Nicolás ¿en qué puedo ayudarla?”. 

Saludé a Nicolás y le expresé mi satisfacción por haber logrado llegar hasta ese nivel del intrincado aparato de su empresa, y acto seguido empecé a explicarle la situación que me había llevado hasta él. De pronto, Nicolás interrumpió mi exposición y, en un tono bajo de voz, un susurro, casi una caricia, me preguntó: 

—“¿Qué bragas llevas puestas?” 

Al pronto no reaccioné y seguí mi discurso sobre los hechos que me interesaban, pero perdí fuelle inmediatamente: su pregunta disparatada se abrió paso en mi conciencia y mis palabras sobre facturas quedaron sueltas, como globos perdidos. 

Él volvió a hablar, suave: —“dime ¿cómo son?” —… Un suspiro fue mi respuesta, quise pensar en el maestro de yoga pero se difuminó su imagen. 
—“¿De qué color? Míratelas por mí” 
Yo sabía el color, pero las miré; quise balbucear algo, pero no podía hablar.
—“Toca el tejido y descríbeme la sensación al tacto…”
—…
—“¿Te aprietan?... estira con cuidado por las ingles y dime qué sientes…”
Yo oía respirar a Nicolás, intuía su aspecto, sentía su boca pegada al micro, palpaba su excitación, lo imaginaba entregado a la erótica en un momento tan tonto del día, hablando de bragas entre decenas de operadores en una habitación grande e impersonal que sirve, básicamente (supongo), para entretener a los usuarios de sus servicios. 
Me emocionó Nicolás. 
—“Son negras, tienen unas rayitas de color naranja en los filos”. Entré en el juego; y me sentí muy bien. 
Seguimos la conexión unos veinte minutos (quizá mucho más, no sé). Luego colgué, prometiendo que lo volvería a llamar, que no pararía hasta dar con él de nuevo entre los miles de operadores que atienden en su empresa los pequeños accidentes de facturas o averías que, a esas alturas, me traían sin cuidado.

Miré la factura de marras, besé sus errores y la puse amorosamente junto al teléfono.

domingo, 25 de mayo de 2014

Inaccesible, lejano





Estás ahí.
Miro a través del desgarro de tu nube y puedo verte.
Inaccesible, lejano...
Sé que no vendrás.
A veces llegan los bárbaros aunque no los estemos esperando...
Yo no los espero.