martes, 17 de junio de 2014

Para J, porque sí


Querido J, desde los confines del tiempo aparezco en tu buzón sólo para decirte buenos días y que sigo por aquí. 
Seguir por aquí es tan interpretable como seguir por allí: en las coordenadas evanescentes del espacio virtual esos adverbios carecen de sentido indicador. En mi caso, estar por aquí es un indicador de cariño y de recuerdo.

No sé por donde empezar la carta después de tanto tiempo sin saber nada mutuamente: quizá estás en India, como tenías en mente; quizá te salió algo mejor en las cercanías de tu casa; quizá tu vida encontró otros derroteros...

Yo no puedo decir, como el verso de Gª Montero, "por la presente sabrás que mi vida empeoró...", sino que, afortunadamente, sigue igual (un igual pálido y plano, un igual a veces enervante...). 
Los días van y vienen y parecen siempre el mismo con otro nombre: una vez lunes, otra sábado (como el de hoy) pero son tan parecidos que apenas sé saludarlos por su nombre, con el mínimo de cortesía debido. 

Me gustaría contarte cosas de mi cotidianidad, cosas tontas como el florecimiento de las jacarandas, o el regreso de las palomas al barrio... Pero tal vez no te interesa esto y te lo cuento sólo porque es algo que destaca en el páramo liso del tiempo que me envuelve. La vida me deja en segundo plano. 
Quizá ya el protagonismo de las escenas nunca será mío, acabo de darme cuenta ahora mismo.

(¿Dónde andarás? ¿Y cómo? ¿Con quién? Esperaré noticias, aunque siempre me decepciona el tono lejano que empleas, como si estuvieras en Júpiter o por allí cerca. ¡Qué maravilloso regalo tuve con tu presencia en mi vida!) 

Tengo frío.

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