Me llamó Juanjo bastante apesadumbrado, con la voz de caverna que suele poner ante los grandes contratiempos.
Cuando nos sentamos a la mesa, antes incluso de pedir los cafés, me dijo:
—He discutido con Carlota... en realidad, creo que hemos terminado —y me miró como a punto de llorar.
—¿Que ha pasado? —le cogí la mano, que temblaba levemente.
—Lo de siempre...
Juanjo encontró a Carlota en Roma, en un congreso al que fue solo y sin ganas. Ya lleva con ella tres años largos, pero es verdad que, desde el principio, ha sido una relación tormentosa, llena de encuentros tórridos y desencuentros como espadas. Los celos de Juanjo son el principal causante de todas las rupturas que ha habido entre ellos.
Los celos y la necesidad absoluta de vivir un gran amor lleno de sobresaltos.
Carlota es una mujer inventada de pies a cabeza: en su físico y su carácter, en sus amoríos, en su biografía (trazada con detalles puntillosos hasta decir basta, incluso en cosas estúpidas, como cuando tropezó en un escalón de Santa María del Fiore y se rompió la esquina de uno de los incisivos superiores, incisivo que volvía loco de amor a Juanjo, porque le gustaba ese pequeño desperfecto y porque le recordaba el maravilloso viaje a Florencia, a poco de conocerse).
Así es Juanjo: detallista. Fantasioso.
Me habló del nuevo desencuentro, de su herida infinita, de su miedo a perderla... Yo no sabía qué decirle. No es fácil tener un amor así. Le dije eso y le dije, como otras veces, que tratara de entenderse con Carlota.
Hace días que no sé nada de él, y eso significa que inventó la manera de hacer las paces con Carlota y seguir adelante en su fantasía vital. Afortunado.
Tu texto me recordó a la película "Her". ¿La viste ya?
ResponderEliminarNo, no la conozco, pero ahora voy a buscar alguna referencia.
ResponderEliminarGracias por esta aportación Anuar.