viernes, 9 de mayo de 2014

Silencio



Paré en un claro del bosque. 
Dejé la mochila en el suelo y me senté sobre una piedra grande. La luz verde se iba degradando hacia verdes amarillentos: el sol bajaba rápido y el albergue aún quedaba lejos... 
Escuché. 
A mi alrededor se desarrollaba una sinfonía llena de sentido y de belleza. 
Un pequeño arroyo, a mi izquierda, saltaba con acordes de agua viva; la brisa susurraba entre las hojas de los árboles, que a su vez se rozaban, como besándose; algunos aleteos lejanos... Poco a poco, fui también diferenciando un caos de minúsculas voces que cantaban juntas en esa hora lenta del atardecer: insectos voladores, hormigas, mariquitas y otros pequeñísimos animales, millones de ellos, entre la hierba, realizaban su trabajo y su vida tamborileando sobre el tapiz de las hojas secas...  
Esto es el silencio, me dije, ha venido a mi encuentro como un viejo amigo injustamente olvidado...  
Un vuelo de pájaros puso la nota final a la melodía profunda y mágica del mundo en  aquel momento. 
Agradecí la generosidad de la naturaleza, agradecí la presencia del silencio, mi amigo, cogí la mochila y seguí mi camino.

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