Hablamos...
Hablamos con cuidado buscando lo que tenemos en común, admirando lo que deseamos admirar, rechazando lo que nos daña o lo hace daño al otro...
Queremos caernos bien.
Queremos caernos bien.
Hablamos demasiado.
Y da igual. Las palabras dan igual... lo que nos une, lo que nos separa, es demasiado sutil y se nos escapa. Es algo tan íntimo...
Si estuviéramos más cerca, si pudiéramos pasear juntos y escuchar latir las hojas de los árboles del parque...
Si no necesitásemos un teléfono para poder acercarnos...
Una llamada elimina la distancia, nos hace fuertes... y nos hace tan frágiles como el pequeño dispositivo móvil que manejamos, tan inestables como la conexión...
A veces funcionan bien las líneas, todas las líneas.
Pero a veces no (quizá el servidor, quizá la palabra no dicha o dicha a destiempo, quizá el corazón que irrumpe...) y nos quedamos incomunicados.
Qué vulnerable es el mundo construido sobre una red de comunicaciones y dos terminales...
No hay comentarios:
Publicar un comentario